El Neoconstitucionalismo Fiscal: Una Nueva Mirada para Defender al Contribuyente

M.D.F. Julio César Tlatempa Pavón • 6 de mayo de 2025

Durante décadas, el derecho tributario ha estado dominado por una lógica rígidamente positivista: aplicación estricta de la ley, tipicidad cerrada y un marcado énfasis en la certeza jurídica. No obstante, en el siglo XXI, esta visión resulta insuficiente para enfrentar los retos que impone la protección de los derechos fundamentales de los contribuyentes. Hoy, más que nunca, es necesario repensar el sistema tributario desde un enfoque centrado en la persona y sus libertades. Ese enfoque es el neoconstitucionalismo fiscal, también denominado, neoconstitucionalismo pragmático en materia tributaria.


El neoconstitucionalismo parte del reconocimiento de que los derechos humanos no dependen de su consagración en un texto legal para existir. Su existencia es previa, y el derecho debe garantizar su ejercicio efectivo, incluso frente al poder tributario del Estado. Este modelo jurídico se basa en principios, no solo en reglas, y promueve una interpretación del derecho tributario en armonía con la dignidad humana, la libertad de empresa y la proporcionalidad tributaria.


Un ejemplo revelador es el trato que se da a los gastos “no deducibles”. En la práctica, negar la deducibilidad de ciertos desembolsos necesarios para operar un negocio, que, aunque se deriven del legítimo ejercicio de la libertad de empresa, termina por elevar artificialmente la carga fiscal y castigar al contribuyente que invierte en su actividad económica. La consecuencia: se desincentiva el ejercicio de derechos económicos fundamentales bajo el pretexto de una supuesta neutralidad tributaria. Aquí es donde el enfoque neoconstitucional resulta indispensable.


La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha dado señales, aunque aún tímidas, de este cambio interpretativo. En la jurisprudencia 2a./J. 44/2023 (11a.), por ejemplo, amplió el principio de gratuidad en los procesos laborales para incluir no solo impuestos, sino toda contribución relacionada con el cumplimiento de una resolución favorable al trabajador (aunque en aras de integrar más bien al cumplimiento de leyes laborales, no solo resoluciones). Esta decisión evidencia una lectura integradora del sistema jurídico, donde los principios constitucionales superan los límites del texto legal.


Este precedente abre la puerta para pensar que el contribuyente, como sujeto de derechos, no debe ser visto únicamente como fuente de ingresos para el Estado, sino como una persona que merece garantías frente a la imposición fiscal. Es posible, y sobre todo urgente, desarrollar una teoría del “neoconstitucionalismo fiscal”, donde las disposiciones tributarias se interpreten a la luz de los derechos humanos, y no al margen de ellos, pero no solo sobre una centralización procesal, sino evidentemente sustantiva.


Así, el principio de proporcionalidad tributaria debe entenderse no solo como una técnica de medición de la carga fiscal, sino como un instrumento para asegurar que el impuesto refleje la verdadera capacidad contributiva. Lo mismo ocurre con el principio de libertad: limitar el derecho al esparcimiento, a la salud o al deporte mediante reglas fiscales que castigan su ejercicio, implica una afectación al patrimonio moral y cultural del contribuyente. El Estado no puede exigir contribuciones a costa de la dignidad.


El reto para los abogados fiscalistas, jueces y magistrados es entonces doble: dejar atrás la lectura rígida de la legalidad tributaria y adoptar una visión que armonice la recaudación con los fines superiores del derecho constitucional. Esto no significa debilitar al fisco, sino fortalecer el Estado de Derecho, garantizando que toda imposición sea justa, razonable y compatible con los derechos fundamentales.


Desde esta trinchera, propongo una reforma de pensamiento en la interpretación de las normas tributarias: que se lean conforme a los principios constitucionales, en favor del contribuyente y con una mirada puesta en la persona humana como centro del orden jurídico. Solo así avanzaremos hacia un verdadero Estado constitucional también en materia fiscal.


Por M.D.F. Julio César Tlatempa Pavón

Director Jurídico de Tlatempa y Asociados

“El contribuyente no es solo un obligado: es una persona con derechos fundamentales que deben respetarse incluso frente al poder tributario del Estado.”

por C.P. José Felipe Tlatempa López 24 de junio de 2025
En el vibrante mundo de los negocios, especialmente aquí en lugares como Cancún donde la actividad económica es constante, es fácil dejarse llevar por la emoción de la operación diaria. Pero, detente un momento y pregúntate: ¿Tienes una visión clara de la salud financiera de tu empresa? ¿Sabes exactamente cómo tus números impactan tus obligaciones con el SAT? Si la respuesta no es un rotundo "sí", este artículo es para ti. Así, hay que ver más allá de los impuestos, y tomar a la contabilidad como una brújula empresarial. Mucha gente asocia la contabilidad únicamente con el pago de impuestos, y aunque ese es un pilar fundamental, la realidad es que la contabilidad es mucho más. Es el lenguaje de tu negocio, una herramienta poderosa que te permite: Conocer la verdadera situación de tu empresa: ¿Estás generando ganancias o pérdidas? ¿Cuánto debes y cuánto te deben? La contabilidad te da un panorama exacto de tus activos, pasivos, ingresos y gastos. Tomar decisiones informadas: Con datos precisos, puedes decidir si es el momento de invertir, si necesitas ajustar tus precios, si un proyecto es realmente rentable o si es hora de buscar financiamiento. Es tu GPS para el crecimiento. Optimizar tus recursos: Al entender dónde va cada peso, puedes identificar fugas de dinero, reducir gastos innecesarios y asignar tus recursos de manera más eficiente. Ahora, hablemos de lo fiscal. Cuando se trata de cumplimiento tributario, la contabilidad tiene una relación inseparable con lo fiscal. En México, llevar una contabilidad adecuada no es una opción, es una obligación legal y una necesidad estratégica. Aquí te decimos por qué esta relación es tan crucial: 1. Adiós a las Sorpresas con el SAT Imagina que el Servicio de Administración Tributaria (SAT) ejerce una facultad de comprobación sobre ti. Si tu contabilidad está en orden y conforme a las Normas de Información Financiera (NIF) mexicanas, tendrás todos los documentos y registros necesarios para respaldar tus operaciones. Esto significa: Determinación precisa de tus impuestos: Con una contabilidad clara, calcular el Impuesto Sobre la Renta (ISR), el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y otras contribuciones es un proceso más sencillo y exacto. Menos errores, menos preocupaciones. Deducciones válidas: Quieres deducir gastos, ¿verdad? Para que el SAT los acepte, necesitas que estén correctamente registrados y soportados contablemente. Una contabilidad deficiente puede significar que pierdas beneficios fiscales importantes. Agilidad en auditorías: Una contabilidad organizada facilita cualquier proceso de fiscalización, ahorrándote tiempo, estrés y posibles multas. 2. Tu Mejor Defensa Ante Discrepancias Si en algún momento surge una discrepancia con el SAT, tu contabilidad es tu principal herramienta de defensa. Los registros contables detallados y apegados a las NIF son la evidencia irrefutable de tus transacciones. Demuestran la "razón de negocios" de cada movimiento y te permiten justificar tus operaciones con argumentos sólidos y técnicos. 3. Planeación Fiscal Inteligente Una contabilidad sólida no solo te ayuda a cumplir con el pasado, sino a planear el futuro. Con información financiera confiable, puedes: Anticipar escenarios: Prever tus ingresos y gastos te permite proyectar tus obligaciones fiscales y planificar con anticipación. Aprovechar beneficios: Conocer tu situación te permite identificar y aprovechar legalmente los estímulos fiscales, exenciones o subsidios a los que tu negocio pueda aplicar. Es la diferencia entre reaccionar y proactuar. 4. Evita Multas y Recargos Costosos El incumplimiento de las obligaciones contables y fiscales puede resultar en multas considerables, recargos y actualizaciones de impuestos. Una contabilidad bien llevada es la mejor prevención contra estas sanciones económicas que pueden afectar seriamente la liquidez y rentabilidad de tu empresa. En conclusión, llevar una contabilidad conforme a las normas mexicanas no es solo una carga administrativa; es una inversión en la salud, transparencia y seguridad jurídica de tu negocio. Te proporciona la tranquilidad de saber que estás cumpliendo con tus obligaciones, te permite tomar mejores decisiones estratégicas y te protege ante posibles contingencias fiscales. Si aún no le das a tu contabilidad la importancia que merece, es el momento de hacerlo. Tu negocio y tu bolsillo te lo agradecerán.
Desde la reforma constitucional de junio de 2011, el sistema jurídico mexicano dejó de limitarse
por M.D.F. Julio César Tlatempa Pavón 10 de junio de 2025
Desde la reforma constitucional de junio de 2011, el sistema jurídico mexicano dejó de limitarse a un positivismo de reglas cerradas para integrar un nuevo paradigma centrado en principios, valores y dignidad humana.