Fiscalización sin progresividad: La erosión silenciosa de los derechos del contribuyente

M.D.F. Julio César Tlatempa Pavón • 20 de mayo de 2025

En la actualidad, el sistema tributario mexicano enfrenta un dilema estructural que va más allá de las tasas, tarifas o reglamentaciones técnicas: enfrenta una fractura ética e institucional en su vínculo con el contribuyente. Este quiebre no surge solo de prácticas indebidas de algunos, sino de una política fiscal que ha optado por fortalecer la fiscalización sin fortalecer proporcionalmente los derechos que deben equilibrar el ejercicio del poder tributario del Estado.


Durante años, el discurso recaudatorio ha girado en torno a la necesidad de combatir la evasión fiscal. Sin embargo, en ese intento, legítimo en sí mismo, se ha promovido una expansión de facultades tecnológicas, automatismos, fiscalización sistematizada y presunciones generalizadas, sin que exista un avance paralelo en el reconocimiento efectivo de los derechos fundamentales del contribuyente.


El ejemplo más claro es la vigencia inalterada de la Ley Federal de los Derechos del Contribuyente, una norma que, desde su publicación en 2005, no ha evolucionado pese al desarrollo jurisprudencial, económico y digital del entorno fiscal. ¿Cómo puede hablarse de progresividad constitucional cuando los marcos protectores del gobernado permanecen estáticos frente a una administración fiscal en constante expansión?


El tributo, como manifestación concreta del pacto social, debe nacer de un acto legítimo, no solo en sentido legal, sino también en clave ética. El principio de legalidad no puede desvincularse de otros ejes como el mínimo vital, la proporcionalidad, la no confiscatoriedad y la equidad. Pero más allá de esos estándares técnicos, el pago del tributo debe enmarcarse en el respeto a la dignidad humana, evitando que el sistema fiscal se convierta en una maquinaria que devora capacidad económica sin distinguir entre contribuyentes vulnerables y grandes defraudadores.


Hoy, la planeación fiscal, cuando se realiza conforme a la ley y con base en principios de justicia, representa una respuesta legítima del gobernado ante cargas tributarias que no siempre reflejan su realidad económica. Rechazarla por completo, y asociarla de forma automática con evasión, no solo es una postura simplista, sino también contraria al principio de buena fe que rige la relación jurídica tributaria.


El artículo 1 constitucional establece el principio de progresividad como rector de los derechos humanos. Ello implica una obligación para el legislador: ampliar paulatinamente el contenido y protección de los derechos fundamentales, incluyendo los derechos del contribuyente. Sin embargo, en la práctica, se ha invertido el sentido: se ha hecho progresiva la fiscalización y regresiva la garantía.


Este desequilibrio no solo es técnico, es estructural. No puede haber ética fiscal posible si el Estado presume mala fe, aplica modelos presuntivos sin audiencias previas, automatiza determinaciones y simultáneamente conserva un sistema de derechos congelado en el tiempo. El resultado es claro: un deterioro en la legitimidad del tributo, en el vínculo cívico y en la cohesión social.


México necesita un nuevo paradigma fiscal, uno que se fundamente en la confianza, la racionalidad y la justicia. La fiscalización es necesaria, sí, pero debe estar acompañada de una evolución normativa que reconozca y fortalezca los derechos del contribuyente. De lo contrario, la relación entre gobernado y Estado quedará marcada por la sospecha, la desproporción y la erosión silenciosa de la dignidad.


El reto no está solo en recaudar más, sino en recaudar mejor: respetando principios constitucionales, reconstruyendo el vínculo de legitimidad y apostando por una ética tributaria que no castigue al cumplimiento, sino que lo dignifique.


Por M.D.F. Julio César Tlatempa Pavón

Director Jurídico de Tlatempa y Asociados

“El sistema tributario no puede fortalecerse a costa de los derechos del contribuyente”

por C.P. José Felipe Tlatempa López 24 de junio de 2025
En el vibrante mundo de los negocios, especialmente aquí en lugares como Cancún donde la actividad económica es constante, es fácil dejarse llevar por la emoción de la operación diaria. Pero, detente un momento y pregúntate: ¿Tienes una visión clara de la salud financiera de tu empresa? ¿Sabes exactamente cómo tus números impactan tus obligaciones con el SAT? Si la respuesta no es un rotundo "sí", este artículo es para ti. Así, hay que ver más allá de los impuestos, y tomar a la contabilidad como una brújula empresarial. Mucha gente asocia la contabilidad únicamente con el pago de impuestos, y aunque ese es un pilar fundamental, la realidad es que la contabilidad es mucho más. Es el lenguaje de tu negocio, una herramienta poderosa que te permite: Conocer la verdadera situación de tu empresa: ¿Estás generando ganancias o pérdidas? ¿Cuánto debes y cuánto te deben? La contabilidad te da un panorama exacto de tus activos, pasivos, ingresos y gastos. Tomar decisiones informadas: Con datos precisos, puedes decidir si es el momento de invertir, si necesitas ajustar tus precios, si un proyecto es realmente rentable o si es hora de buscar financiamiento. Es tu GPS para el crecimiento. Optimizar tus recursos: Al entender dónde va cada peso, puedes identificar fugas de dinero, reducir gastos innecesarios y asignar tus recursos de manera más eficiente. Ahora, hablemos de lo fiscal. Cuando se trata de cumplimiento tributario, la contabilidad tiene una relación inseparable con lo fiscal. En México, llevar una contabilidad adecuada no es una opción, es una obligación legal y una necesidad estratégica. Aquí te decimos por qué esta relación es tan crucial: 1. Adiós a las Sorpresas con el SAT Imagina que el Servicio de Administración Tributaria (SAT) ejerce una facultad de comprobación sobre ti. Si tu contabilidad está en orden y conforme a las Normas de Información Financiera (NIF) mexicanas, tendrás todos los documentos y registros necesarios para respaldar tus operaciones. Esto significa: Determinación precisa de tus impuestos: Con una contabilidad clara, calcular el Impuesto Sobre la Renta (ISR), el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y otras contribuciones es un proceso más sencillo y exacto. Menos errores, menos preocupaciones. Deducciones válidas: Quieres deducir gastos, ¿verdad? Para que el SAT los acepte, necesitas que estén correctamente registrados y soportados contablemente. Una contabilidad deficiente puede significar que pierdas beneficios fiscales importantes. Agilidad en auditorías: Una contabilidad organizada facilita cualquier proceso de fiscalización, ahorrándote tiempo, estrés y posibles multas. 2. Tu Mejor Defensa Ante Discrepancias Si en algún momento surge una discrepancia con el SAT, tu contabilidad es tu principal herramienta de defensa. Los registros contables detallados y apegados a las NIF son la evidencia irrefutable de tus transacciones. Demuestran la "razón de negocios" de cada movimiento y te permiten justificar tus operaciones con argumentos sólidos y técnicos. 3. Planeación Fiscal Inteligente Una contabilidad sólida no solo te ayuda a cumplir con el pasado, sino a planear el futuro. Con información financiera confiable, puedes: Anticipar escenarios: Prever tus ingresos y gastos te permite proyectar tus obligaciones fiscales y planificar con anticipación. Aprovechar beneficios: Conocer tu situación te permite identificar y aprovechar legalmente los estímulos fiscales, exenciones o subsidios a los que tu negocio pueda aplicar. Es la diferencia entre reaccionar y proactuar. 4. Evita Multas y Recargos Costosos El incumplimiento de las obligaciones contables y fiscales puede resultar en multas considerables, recargos y actualizaciones de impuestos. Una contabilidad bien llevada es la mejor prevención contra estas sanciones económicas que pueden afectar seriamente la liquidez y rentabilidad de tu empresa. En conclusión, llevar una contabilidad conforme a las normas mexicanas no es solo una carga administrativa; es una inversión en la salud, transparencia y seguridad jurídica de tu negocio. Te proporciona la tranquilidad de saber que estás cumpliendo con tus obligaciones, te permite tomar mejores decisiones estratégicas y te protege ante posibles contingencias fiscales. Si aún no le das a tu contabilidad la importancia que merece, es el momento de hacerlo. Tu negocio y tu bolsillo te lo agradecerán.
Desde la reforma constitucional de junio de 2011, el sistema jurídico mexicano dejó de limitarse
por M.D.F. Julio César Tlatempa Pavón 10 de junio de 2025
Desde la reforma constitucional de junio de 2011, el sistema jurídico mexicano dejó de limitarse a un positivismo de reglas cerradas para integrar un nuevo paradigma centrado en principios, valores y dignidad humana.